Es la especialista en el diseño para comer. Para ella el cocinar es diseñar, se tiene un proceso para llegar a la obra final, la obra final no solo es el platillo si no su entorno y como se une con él. Trabando para cualquier negocio que tenga que ver con la comida, pone su restaurante PROEF (probar), al diseñar la comida piensa tanto con lo psicológico como en lo sociológico.

"Creo que [mi trabajo] es diseño, o arte aplicado, no arte autónomo. Me gusta hacer cosas que se pueden usar y comer, que son reales. Quiero hacer cosas que no sean elitistas y que puedan ser utilizadas por la gente en el más amplio sentido. Todos podemos comer, por tanto, todos podemos tener una opinión sobre la comida", dice.
Su primer proyecto fue, El funeral blanco, trataba de servir únicamente alimentos blancos en un ambiente completamente blanco, cambiando el concepto de relacionar la muerte con el color negro. Después de haber trabajo con la comida se dio cuenta que la comida podía ser un material también, uno realmente versátil.

La comida no solo estimula los cinco sentidos sino también las emociones, es un material muy cercano a los seres humanos están llenos de aspectos emocionales, culturales y psicológicos a su alrededor.
Marije está interesada no solo en desencadenar las emociones inherentes a la comida, sino que también en las repercusiones psicológicas de la comida y la experiencia de compartirla, esto fue visto en una de sus cenas para Droog Design, consistía en un mental que subía el cuerpo de las personas, de tal forma que solo se llegaban a ver las caras, esto provocaba que se sintieran mas conectados entre si aparte de que todos se encontraban en esa extraña situación, en la mesa se colocaban diferentes platillos los cuales debían de ser compartidos para que cada quien formara un platillo completo.
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